miércoles, 17 de octubre de 2012

Camino de Santiago 6ª - 7ª Etapa


27 de junio de 2004.

Puerto de la cruz de hierro.


 
Amanece que no es poco. Y la jornada empieza dura y sin piedad!!! Nada más salir al camino, ya en la mitad del puerto de la cruz de hierro, es cuesta arriba, hacemos un pequeño descanso en la casa de un ermitaño moderno, aportamos nuestra piedrecita a la montaña de la cruz de hierro y nos lanzamos cuesta abajo.


la montonera de piedras

"Sobre el origen de la cruz hay varias teorías: pudo ser erigida con el fin de señalar el Camino cuando las frecuentes nevadas lo ocultan a la vista. Asimismo, su origen puede encontrarse en época romana, en los hitos que marcaban la separación de dos circunscripciones territoriales, mientras que para otros se trata de un amontonamiento de guijarros, llamados Montes de Mercurio, que desde época celta erigían los caminantes en lugares estratégicos de los caminos y que luego se cristianizaron con cruces. En este caso, la costumbre se cristianizaría tras ser colocada la cruz a principios del siglo XI por Gaucelmo, abad de la alberguería de Foncebadón y Manjarín."





Un pueblo de interés, Acebo, pintoresco y tal cual se lo puede uno imaginar como era hace años, con las entradas a las casas, sin barandilla y con esas escaleras tan estrechas, dejando una altura para la nieve.

Habíamos previsto dormir en Cacabelos, después de la enésima corrección de la ruta primaria prevista. Allí llevé el coche, y desde allí comencé mi retorno.


En la bajada, las peregrinas empezaron a tener problemas con los frenos y, en mi retorno, yo aprendí el camino para atravesar Ponferrada con rapidez y haciendo acopio de víveres.

Al llegar a Cacabelos, una vez más con adelanto sobre el horario previsto, vimos el albergue (interesante) vimos el río, nos lavamos los pies, nos cambiamos de calcetines, comimos, dormimos la siesta y... seguimos camino.

Me llevé el coche hasta Villafranca del Bierzo, al pie del puerto del Cebreiro. Vuelta y otra vuelta más, cuando llegamos al refugio por la tarde, aún nos dio tiempo a lavar ropa, ducha diaria y cenar con un grupo de chavales de Palencia, los que habíamos conocido en León, que llevaban buen ritmo (el nuestro no era menor) y unas caminantes de Madrid. Resultó una cena muy grata por la compañía, por los kilómetros ya vividos y por los comentarios de lo que quedaba por venir.

Curiosidades: las caminantes habían contratado a un taxi para que les subiera las mochilas a lo alto del Cebreiro. Allí se las dejaba en el albergue, ya concertado, donde dormirían la noche siguiente. Todo programado. Estábamos llegando a Galicia.


Grupo del Villafranca - Colins (abajo derecha)
4 palentinos - unas peregrinas - la hospitalera -
 Vuelvo a retomar un tema, pues el calor, el polvo y las excesivas durezas de algunas botas, hacen mella en algunos pies no tan duros y/o acostumbrados a caminar.
 Lavarse los pies y cambiarse de calcetines, un par de veces al día, puede ayudarnos más de lo que se creen muchos.
Y si no, que se lo digan a las que se quedaron en el albergue recuperándose de sus ampollas.
Los albergues sólo te pueden hospedar por una noche, salvo algunos que hacen de hospital y te permiten, por prescripción facultativa, aumentar la estancia para recuperarte de las heridas y/o enfermedades. "http://www.caminosantiago.org/cpperegrino/cpalbergues/albergues.html"



28 de junio de 2004

  
El Cebreiro.

Yo creo que fue el día que con más ganas salieron las niñas a pedalear. Sabían que, lo que había delante, era un puerto de montaña, que había dos curvas llamadas “lágrimas de peregrino”, que obligaban a los ciclistas a bajar de la bici, por el desnivel que tienen, y eso era un reto.

Empezamos, como todos los días, subiendo el coche hasta lo alto del puerto. Era previsible que la subida nos llevara todo el día, y que no hubiera fuerzas para más. Iluso!!! Jajajaja

La bajada fue espectacular. Sin tocar el freno, sin mirar atrás. El cuenta se paraba en 70, y creo que es el límite que tenía la bici de montaña que llevaba. Con esas ruedas (anchas y con tacos)… no se da para más!!!

Al llegar abajo, me encontré con las peregrinas, que habían completado el tramo de acercamiento entre Villafranca y Trabadelo.

Ahí empieza a separarse el camino (que busca la Faba) de la antigua carretera nacional (que busca Pedrafita) y poco más adelante se separan los caminantes de los ciclistas; unos por sendero escalonado en algún tramo, otros por carretera medio asfaltada y sus curvas de las lágrimas!!!

El reto es individual, y eso marcó diferencias entre las peregrinas. Descargadas de peso y motivadas a subir sin bajarse de la bici, tuve que poner más de la cuenta para aguantar el ritmo que imponía la pequeña, pararla antes de La Faba, y de las curvas famosas, para no desperdigarnos demasiado, y mantener el tipo el resto de la subida.

Poblado O'Cebreiro


Al ir por el camino, se sube directamente a O’cebreiro, sin pasar por Pedrafita, con lo que la subida es más larga, pero, aún así, llegamos antes del medio día. Ducha en el refugio, paseo por el poblado (muy típico de la zona, empedradas las calles y de paja los techos) coger el coche y bajar a Pedrafita a comer (otra de mesa y mantel) y siesta al sol reparador.




Alto de San Roque.






La tarde invitaba a seguir camino, que era bajada hacia Galicia pasando por el alto de San Roque, y así lo hicimos. Bajé con el coche hasta Triacastela, retornando hasta O’cebreiro cuesta arriba. Menos mal que bajaban deprisa, así subí menos yo a por ellas (jejejejeje)




y al fondo Galicia



En Triacastela empezamos a descubrir el camino gallego. Los albergues ya estaban llenos, de gente que hacía etapas cortas asegurándose el hospedaje cómodo, y tuvimos que dormir en una tienda de campaña, enorme y para nosotros solos, compartiendo cena al aire libre con nuestro irlandés, Colins.





Esa noche amenazaba con lo que encontramos al día siguiente, pero eso ya lo veremos otro día.




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